“Soy berraca, responsable y comprometida”

Claudia ha pasado por varios cargos en Nuval, una empresa del sector de alimentos en la que trabaja desde hace 30 años, pero la historia […]

Tiene 48 años y vive en el barrio Guayabal-Cristo Rey. /FOTO: JAIME PÉREZ.

Claudia ha pasado por varios cargos en Nuval, una empresa del sector de alimentos en la que trabaja desde hace 30 años, pero la historia que más recuerda le ocurrió siendo mercaderista, cuando el desconocimiento de la geografía de Medellín y el Valle de Aburrá le jugó varios malos ratos y le hizo pasar muchos sustos, pero hubo en especial que la marcó.

Era muy joven, ni siquiera pasaba de los 20 años y apenas llevaba uno de labores en la empresa, a la que ingresó para encargarse de los oficios varios. Sin experiencia, pero con muchas ganas y compromiso, fue trasladada a mercaderista, allí tenía que hacer visitas a supermercados y negocios para promocionar los productos de la compañía.

“No estaba acostumbrada a montar en bus, y me perdía mucho”, recuerda. Un día tenía que viajar hasta Niquía, en Bello, pero se montó en la ruta que no era. Cuando vio que el vehículo que la llevaba se desvió por el puente sobre el río Medellín que conecta con la Autopista Medellín-Bogotá, pensó que algo no estaba bien. ¡Iba para donde no era!

Se bajó en Zamora. No tenía ni idea en dónde estaba. “Me tocó bajarme del bus, caminar por ese puente, ¡casi me atracan! Ese día me pasó de todo”.

“Mi única empresa”

Nuval ha sido su única empresa. Allí llegó sin haber cumplido aún los 18 años. Dos primas trabajaban en esta –una convivía con Claudia–, y ella estaba estudiando una técnica en secretariado ejecutivo, así que les preguntó si le podían ayudar a conseguir la práctica en la compañía.
Desde entonces, sus días han transcurrido
en esta empresa a la cual valora y agradece por lo aprendido y vivido.

Cuando culminó su práctica, Claudia quería seguir vinculada a Nuval para poder pagar el resto de sus estudios, así que habló con la gerencia y, sin pena, pidió si podían dejarla, sin importar el cargo. La ubicaron en oficios varios, labor que cumplió con compromiso y responsabilidad, lo cual fue valorado y reconocido por sus compañeros y los directivos.

Un año después pasó a ser mercaderista, una recompensa para su esfuerzo. Su apoyo fue clave para que la empresa mantuviera un crecimiento constante, que tuvo reflejo en su desempeño 4 años después, al ser encargada de la facturación, la cual combinó con tareas en la recepción de la oficina.

Más crecimiento profesional y personal

Su carrera por la empresa no paraba, como tampoco sus sueños personales. Hizo una técnica en mercadeo y ventas, y eso le permitió ser parte del área comercial como auxiliar de ventas por cerca de 10 años, uno de los puestos en los que más ha durado.

Desde hace 6 años es la auxiliar de tesorería, y dice que cada uno de los cargos que ha tenido los ha disfrutado a su manera. El actual le gusta porque tiene contacto permanente con la gente, tanto quienes trabajan en la empresa como los clientes, y quizá el de mercaderista fue el que más anécdotas le trajo. De hecho, hace dos o tres años volvió a esa labor de manera temporal por la salida de un vendedor, así que la empresa acudió a su experiencia para suplir esa tarea momentáneamente.

Un aprendizaje

“El valor por el trabajador. Acá en la empresa nos ayudan mucho, y por eso la responsabilidad que uno tiene es mayor para responder a esa confianza”.

“Una vez tuve una discusión con el gerente que me marcó mucho, pero me enseñó que no debo dejarme agobiar ni angustiar, y hay que dar lo mejor siempre”.

Un reto

“Saber afrontar el miedo y seguir adelante. Si Dios me da vida y salud quiero pensionarme en esta empresa”.

¿Cómo cree que la ven sus compañeros?

“Me admiran, no creen que llevo acá treinta años. Saben que soy berraca, responsable y comprometida. He estado en las buenas y en las malas de Nuval”.

Sebastián Aguirre.