Mataron a Jaime y nada que se resuelve el crimen

Frescos están los recuerdos del pasado, del tiempo en que fueron felices, tan largamente felices. Lina María Restrepo y Jaime Barreiro se conocieron cuando apenas […]

Jaime era amante de los diciembres y no le gustaba trabajar los lunes por la mañana. Lina, la esposa de Jaime, todavía lo recuerda con nostalgia. Era la alegría de la casa. /FOTOS: MAURICIO LÓPEZ Y CORTESÍA.

Frescos están los recuerdos del pasado, del tiempo en que fueron felices, tan largamente felices. Lina María Restrepo y Jaime Barreiro se conocieron cuando apenas eran niños. Es más, sus amigos y familiares aseguran que se hacían guiños desde los vientres de sus respectivas madres, Rosalba y Luz Elena, amigas de toda la vida.

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En la adolescencia se hicieron novios y, cuando finalmente decidieron ir al altar, ella tenía 18 y él apenas había superado los 20. Duraron 35 años en matrimonio, hasta que llegó la tragedia.

35 años de un matrimonio que fue ejemplo de amor y comprensión.

A Jaime le arrebataron la vida en febrero de 2021 en un absurdo incidente que la Fiscalía no ha podido resolver un año y un mes después. Lo que se cuenta es que 2 sicarios lo citaron para una supuesta carrera hasta La Ceja, Oriente antioqueño, a través de una app de transporte urbano. Jaime tenía un vehículo particular y con él trabajaba en esos menesteres.

Cuando llegó al lugar de la cita, los delincuentes, al parecer, quisieron robarle el carro para cometer algún delito y Jaime se resistió. Le propinaron dos disparos en la cabeza, estuvo en coma dos días y falleció, el 17 de febrero, justo en su cumpleaños. Desde entonces, la vida de Lina María se quedó vacía, sin alegría, porque Jaime, su Jaime, era toda la alegría de la familia.

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“Él se reía todo el tiempo, se la pasaba feliz, escuchando música, disfrutando en familia. Era un gran hombre, un excelente esposo y padre”, dice Lina, quien lleva varios meses recibiendo asistencia psicosocial gracias a la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín.

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Jaime era un hombre muy sano, razón por la cual, en el hospital San Vicente de Paúl, donde fue atendido, le pidieron a la familia donar órganos, tejidos y otras partes de su cuerpo. Lina y sus hijos accedieron y, ahora, según el registro de seguimiento del hospital, el cuerpo de Jaime ha mejorado e incluso salvado las vidas de más de 200 personas.

“Es algo muy bonito y ayuda a superar la pérdida. Por ejemplo, nos contaron que la primera donación fue un riñón para un niño de 14 años de edad. También nos dijeron que sus ojos y su corazón fueron recibidos por personas en el Oriente antioqueño”, relata Lina, cuya casa está decorada y con ambiente de fiesta, como le gustaba a su esposo.

“Él amaba las rumbas, los diciembres. Era un hombre muy alegre y hasta tenía una miniteka. En el barrio lo querían mucho”, cuenta la señora, que ya no vive en San Javier sino en Calasanz.

El homicidio del alegre Fafarifa, como le decían en San Javier, no ha sido esclarecido por la justicia. Mientras tanto, su familia lo seguirá recordándolo en cada canción, en cada foto y en cada anécdota decembrina. Será un ángel feliz que los cuidará y los ayudará a continuar por el camino de la vida con orgullo y resignación.

Mauricio López.