“La humildad no quita lo valiente”: Ángel Alberto Moreno

Ángel tiene bien ganado el apodo de Maestro, como lo conocen aquellos que han interactuado con él en los 30 años que lleva a cargo […]

Las fincas que administra Ángel están a quince minutos del casco urbano de Carepa. / FOTO:CORTESÍA GreenLand.

Ángel tiene bien ganado el apodo de Maestro, como lo conocen aquellos que han interactuado con él en los 30 años que lleva a cargo de la administración de fincas en Banacol. Todo el que pasa un tiempo a su lado recibe al menos una enseñanza, y él se siente cómodo en el papel de guía.

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Como gran parte de los habitantes de Urabá, este chocoano –nacido en Nóvita– creció rodeado de banano. Sin ser profesional, y recién graduado de bachiller, ingresó a trabajar en las fincas de la región en oficios varios, y esa fue su puerta de entrada a un negocio donde hoy se desenvuelve casi de manera natural.

“Mi labor me apasiona”

Ángel tiene 61 años y vive en Carepa. En la actualidad administra dos fincas: Banafinca y El Diamante, pero antes de llegar a esa posición pasó por varios encargos. De los oficios varios pasó a ser supervisor de empacado y de campo, y posteriormente a almacenista, hasta llegar a su puesto actual.

“De mi pueden decir que soy un maestro, un guía y que siempre pienso en positivo. Me gusta enseñar”.

Ángel Moreno

Con el tiempo, Ángel fue adquiriendo destrezas y también se capacitó, graduándose como profesional en Manejo Agroforestal.

¿Qué lo apasiona de su trabajo?

“Cuando entrego la producción al final del día, porque esta es la base fundamental del sostenimiento de la compañía, pero también me satisface llegar a casa después de haber cumplido mi jornada, y descanso luego de haber cumplido con mis responsabilidades”.

Una de sus principales responsabilidades es manejar una planta con cerca de 200 empleados y dos terrenos que en conjunto suman casi 260 hectáreas, además de velar por la productividad de las fincas, pendiente de los costos, los cultivos, las cosechas, la fertilización y otros aspectos técnicos y agrícolas.

Su fortuna

“Tengo la fortuna de vivir con mi señora, Emilsen del Carmen, mis hijos Karina y Víctor Jair, y mi nieto Yeimer, además de tener aún vivos a mi papá Jesús Antonio y mi mamá María Melina”.

Una de sus fortalezas, comenta, es la interacción con la gente. Esto para él es fundamental ya que los trabajadores son quienes hacen que el negocio surja, por eso vive pendiente de ellos y de que tengan todo para que realicen sus labores de la mejor manera y en un ambiente ideal.

Por Sebastián Aguirre para Q’HUBO Medellín.


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