“Gracias al reciclaje, nuestros hijos ya son profesionales”, Caridad y Bernardo

Caridad Carina Baldovino es más conocida como la Costeña o Marina. Lo primero por su origen, ya que nació en Sucre, pero desde los 13 […]

Caridad y Bernardo sueñan con tener su propio carro para meter todos los bultos de reciclaje, así no sepan manejar, pero están dispuestos a aprender. /FOTO: EDWIN BUSTAMANTE

Caridad Carina Baldovino es más conocida como la Costeña o Marina. Lo primero por su origen, ya que nació en Sucre, pero desde los 13 años habita en Medellín. Lo segundo, porque así se hace llamar, le gusta el nombre e incluso llega a presentarse de esa forma. Hace más de 4 décadas se dedica al reciclaje, comenzó siendo muy niña y conoció el oficio al ser criada debajo de algunos puentes de la ciudad.

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Con Bernardo Restrepo se conocieron en una chatarrería, él era quien la atendía cuando iba a vender el material recuperado en las calles. Hoy viven en unión libre y tienen dos hijos: Víctor Hugo, de 36 años, y Mónica María, de 29.

Ambos integran la Asociación de Empresarios de Material Recuperado, Asemar, que hace parte de la red de reciclaje que provee a Ekored, filial de Enka de Colombia que se encarga del aprovechamiento de residuos. Sus caras ya les resultan familiares a los habitantes de sectores como Suramericana, Laureles, La Floresta y Estadio, los cuales recorren todas las semanas brindando un aporte en la recuperación de material reciclable y evitando que este tenga como destino los rellenos sanitarios.

Sus inicios

Antes de distinguir a Bernardo, Caridad vivía debajo del puente de la carrera 65, donde hoy queda la estación Suramericana del metro. Fue criada por su abuela en Caucasia, pero muy joven arribó a Medellín sin hogar y sin trabajo. Se dedicó al reciclaje, el material lo recogía en sus hombros, hasta que pudo conseguir un carro de rodillos con el cual salía a recorrer las calles.

Se conoció con Bernardo y decidieron unir esfuerzos, no solo en el trabajo sino como familia. Vivieron por Niquitao, luego en Barrio Triste y Naranjal, y desde hace 29 años –los mismos que tiene su hija menor– residen en Belencito Corazón.

Tuvieron la fortuna de conocer a Doris Gil, representante de Asemar, quien para ellos ha sido una “bendición”, pues los ha apoyado y guiado en todo lo que han necesitado para desempeñar su labor. “Lo que ella ha hecho por nosotros, nadie más lo ha hecho”.

Por conducto de Asemar han tenido vínculo con Ekored, empresa a la que proveen con el material que recolectan cada día en sus recorridos.

“Mi sueño es que mi Dios nos dé vida y salud, es lo principal. A veces nos duele todo, por eso soñamos con tener un carro de segunda para hacer los viajes, porque a veces en la carreta transportamos hasta 300 kilos en un solo día, sale uno juagado de sudor”.

Con su trabajo han podido conseguir todo lo que hoy poseen: una vivienda propia y lo más importante, darles educación a sus hijos. Mónica María se graduó como administradora de empresas y trabaja para la Gobernación de Antioquia, y Víctor Hugo estudió mecánica automotriz y labora en un taller por el barrio El Poblado.

“Nos sentimos muy orgullosos de tener unos hijos excelentes que nos han dado 5 nietos”, celebran Caridad y Bernardo a sus 55 y 54 años.

Por Sebastián Aguirre para Q’HUBO Medellín.


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