“Gracias a mi trabajo, mi familia y yo conocimos el mar”, Daniela Gañán

Para muchas personas quizá pueda parecer un detalle menor, “una bobada” como dice Daniela, pero para ella, su esposo Sergio y su hija Mariana era […]

Daniela tiene 28 años y vive en Girardota. /FOTO: JUAN ANTONIO SÁNCHEZ.

Para muchas personas quizá pueda parecer un detalle menor, “una bobada” como dice Daniela, pero para ella, su esposo Sergio y su hija Mariana era un deseo que no habían podido cumplir antes: conocer el mar.

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Quizás lo considera como algo muy personal, pero aún así se atreve a contarlo, porque ¿quién se atreve a juzgar sus sueños, aquellos por los que lucha y trabaja cada día en su trabajo?

Ese sueño lo cumplió como resultado del buen desempeño que ha tenido en Ekored, empresa de reciclaje y filial de Enka de Colombia, a la cual llegó hace 6 años.

Este ha sido hasta ahora su primer y único empleo formal. Antes hizo las prácticas en otra empresa como parte de su ciclo para ser tecnóloga en logística del Sena, y al culminarlas un tío que trabajaba en la cooperativa de la compañía ingresó su hoja de vida y fue seleccionada para el cargo de auxiliar de archivo, con la dicha de tener desde el principio contrato indefinido, una estabilidad que para ella representaba todo un logro cuando apenas iniciaba su trayectoria profesional.

Tras un periodo en esa posición, fue ascendida al cargo de auxiliar de tesorería, un reto inmenso porque no era el área en que ella más se desenvolvía, ya que sus estudios estaban enfocados en la parte logística.

Tenía mucho miedo, pero en la empresa me apoyaban y confiaban en mí. Ahí fue que en realidad vi que era capaz, que lo podía lograr, y de hecho todavía estoy aprendiendo”, señala Daniela, en referencia a que en la actualidad cursa Ingeniería Financiera en el ITM, lo cual ha hecho aún más enriquecedora su experiencia en Ekored.

“Sé que hay muchas cosas que no sé, pero también sé que el camino es muy largo, y en Ekored tengo una jefe que está dispuesta a enseñarme, ella siempre me dice ‘necesito que usted aprenda y avance’, eso me parece muy chévere y bonito, porque siento su confianza y que puede delegar en mi”

¡Qué emoción!

Aún recuerda el día en que le avisaron del ascenso. La compañera que estaba en ese cargo renunció, y le pidieron el favor de que asumiera la responsabilidad mientras encontraban un reemplazo. Dijo que sí, que “de una”, que ella aprendía. Su compromiso era tal que hasta llenó todo un cuaderno con las explicaciones del puesto para quien llegara a ocuparlo.

Todo lo hizo sin saber que esas notas no las tendría que compartir con nadie, pues en medio de una reunión, con gerencia y la dirección administrativa, le dijeron que ella era la elegida. No lo podía creer.

“Me puse feliz, muy feliz, no solo me cambiaron de puesto sino que me mejoraron el salario, eso para mí fue significativo”.

Dice Daniela.

Por eso su agradecimiento hacia sus superiores es infinito. Por esa decisión y porque siempre le han demostrado que están pendientes de ella, de ofrecerle el apoyo que requiere para desempeñar bien su labor.

Ese apoyo se ha extendido a su ámbito personal, pues “gracias a esta empresa tengo mi propio apartamento. Cuando me casé no teníamos nada, y llegar al hogar y ver todo lo que tenemos ahora: la cocina, la puerta, el cuadro, el piso, eso lo llena a uno de felicidad”.

Cuando hicieron el viaje al mar no tuvo pena en volverse un spam para sus compañeras por el chat grupal: les enviaba fotos, les contaba cada detalle del paseo. “Esos detalles lo hacen sentir a uno tan bien, porque fuera de que he podido estudiar, puedo ofrecerles mejor calidad de vida a mi esposo y mi hija”, afirma.

Por Sebastián Aguirre para Q’HUBO Medellín.


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