El chocolate hecho arte de Juan Carlos

Juan Carlos Orrego Aguilar hacía bombones de chocolate en el 2003. Era solo un pasatiempo, pero 6 años después la cosa se volvió más seria. […]

Juan Carlos Orrego Aguilar hacía bombones de chocolate en el 2003. Era solo un pasatiempo, pero 6 años después la cosa se volvió más seria. Veía videos de José Ramón Castillo en YouTube y se interesó profesionalmente. Además, hizo un curso de repostería y pastelería en el Sena.

Pero fue en el 2010 cuando a este paisa se le ocurrió que la chocolatería sería el oficio al que se dedicaría en adelante. Durante 3 meses estuvo cuidando a su mamá, que estaba enferma, y aprovechaba cualquier momento para prepararse. Tras la muerte de su madre, se puso el delantal.

De todo un poco

Juan Carlos es de retos, por eso se le mide a los encargos que le hagan, aunque reconoce que lo más difícil es crear rostros.

En cuanto a ese encargo que lo marcó, inmediatamente menciona un loro.

“Me lo pidió la hija de la dueña para el cumpleaños. Cuando la señora vio el lorito casi le da un ‘patatús’. Tuvieron que llamar a EMI porque pensó que al lorito lo habían matado, no creyó que fuera de chocolate. Me marcó mucho porque el trabajo fue muy bueno para generar esa emoción”, relata.

También recuerda el pedido más raro: “Un útero. Ese no lo he publicado (risas). Es que la gente que me pide muchas veces algo que tiene que ver con la profesión y ese era para un médico”.

Dependiendo de cada caso, Juan se puede tomar unas cuantas horas o incluso una semana entera para hacer sus diseños. Sus clientes le hacen los encargos por Instagram, donde cuenta con cerca de 11.000 seguidores. Infortunadamente le hackearon la cuenta y le tocó empezar de cero.

Negocio familiar

Sus conocimientos también los adquirió Claudia, su esposa. “Ella trabajaba en la Universidad de Antioquia. Cuando comenzó la pandemia la mandaron a trabajar en la casa, entonces en los raticos libres aprovechábamos para hacer tortas. Comencé a publicarlo en mi cuenta y la empezaron a seguir y a pedir. Yo se las llevaba y comenzó a crecer. Este año no le renovaron contrato, entonces se dedicó de lleno a la repostería”, narra.

A ambos, al parecer, la época de encierro les favoreció su emprendimiento. Según Juan Carlos, los pedidos se incrementaron porque las personas no podían salir y “la gente cumple años todos los días”.

Ambos, entonces, viven ahora de las dulces delicias que preparan, que alegran las celebraciones de los demás y les da el sustento de la familia.