Hace más de 19 años Ángela Jaramillo vio una oportunidad en medio de la adversidad. Ella siempre fue comerciante y con un supermercado de barrio alcanzó a oler el éxito, pero llegó la temida palabra para todo emprendedor: la quiebra.
Eso no la detuvo, al contrario, el impulso por sacar adelante a sus 3 hijos la motivó a buscar un resurgir… Pensó en un producto con buena demanda y poca competencia en su mini mercado y se le ocurrieron las conservas de frutas.
Marcela Correa, hija de Ángela, recuerda con notable emoción que su madre compró un lote en el barrio La Gabriela de Bello y en el patio de la casa armó un improvisado taller para empezar con la producción de las conservas, con la ayuda de una única empleada: Luz Dary. Así nació D’Fruta.
Hace un par de años Ángela se retiró de D’Fruta para dedicarse a labores personales, pero dejó la empresa en manos de sus hijos, especialmente de Marcela, quien hoy en día lidera la empresa y en entrevista con Q’HUBO nos contó que lo que más ha rescatado del liderazgo heredado de su mamá ha sido “el impresionante legado de humanidad”.
No en vano recordó que Luz Dary llegó a D’Fruta sin terminar la primaria y con el impulso de Ángela logró terminar el bachillerato. Hoy en día es la jefa de bodega y con ese trabajo pudo darle estudios de azafata a su hija. Por eso, Marcela Correa considera que en esa empresa la misión no es distribuir frutas, sino impulsar familias.
Las crisis financieras
Pero otro recuerdo muy impactante que conserva Marcela, tiene que ver con una situación más común de lo que se creería. Para comprar el lote de la empresa, a su mamá le tocó acudir a los no recomendados préstamos de gota a gota: “Esos intereses eran absurdos y en ese momento nos salvó Interactuar. Inicialmente nos dieron un préstamo financiero porque mi mamá, después de la quiebra, quedó con una calificación muy negativa en centrales de riesgo”.
En ninguna parte le prestaban capital, pero en el 2012, gracias a un comercial de radio, conocieron a Interactuar. Adicional, D’Fruta empezó a crecer en pedidos, pero la producción artesanal estaba empezando a fallar y algunos productos se dañaban, por lo que esa corporación se sumó con capacitaciones de calidad que los ayudaron a resolver problemas.
Así fueron creciendo y después de empezar en el patio, se expandieron en todo el primer piso; luego fueron 3 plantas de un edificio y hace un año están en una enorme bodega de Itagüí, en medio de un plan de expansión en el que también ha influido un MBA que Marcela hace con Interactuar.
“Sigo sintiendo el apoyo de Interactuar, no solo con la formación del MBA, sino que el mensaje que me dan es: me has pagado bien y eso lo premiamos”, refiriéndose a que hoy en día siguen utilizando los créditos y por más que compara, en ninguna entidad le han dado tasas de intereses tan bajas.
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