Cristina montó tremendo negocio de colchones

Cuando Cristina Restrepo tenía 17 años y vivía en Aranjuez, la vida la sorprendió con lo que menos se esperaba: un embarazo adolescente. Acababa de […]

Cristina, que siempre se ha sentido una líder, hoy en día dice que encontró la labor que la hace feliz en su vida: hacer empresa. /FOTO: CORTESÍA

Cuando Cristina Restrepo tenía 17 años y vivía en Aranjuez, la vida la sorprendió con lo que menos se esperaba: un embarazo adolescente. Acababa de salir del colegio, siempre fue la más aplicada, pero también sentía que la “cuidaban mucho” y en medio de la ingenuidad, quedó embarazada de su primer novio. Él no se hizo cargo y, como se repite en muchas historias, le tocó ser madre soltera.

Ella misma cuenta que en ese momento se le vino el mundo encima, pero al final terminó convirtiendo las adversidades en oportunidades.

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No estudió lo que tanto soñaba que era diseño de modas, pero sí se especializó en mercadeo y empezó a avanzar en el mundo laboral como empleada de grandes compañías y hasta de famosos, durante 10 años.

Sin embargo, otra sacudida de la vida llegó con la pandemia cuando la empresa en la que trabajaba entró en crisis y no vieron más opción que despedirla.

“A mí me liquidaron, yo compré un camión y me puse a manejarlo, porque tenía un amigo con una empresa muy grande de transportes y él me aconsejó”, expresó Cristina en entrevista con Q’HUBO.

A principios del 2021 llegó otra idea de sustento y de nuevo se la jugó toda: vendió el camión para empezar su propio negocio. “Mi papá llevaba muchos años trabajando en una empresa de colchones, entonces siempre ha estado en ese gremio y por eso emprendí en ese sector”, dijo Cristina.

Uno de los colchones de esta empresa, los cuales también están en el Éxito. FOTO: CORTESÍA

Pese a todo el entusiasmo que tenía, esta mujer de 32 años no contaba con elegir a un socio que tiró la toalla rápidamente y la dejó con muchas deudas: “Yo lo sentí como un gran fracaso”. Pero la vida la fue relacionando con las personas indicadas y la llevó hasta un grupo de mujeres, madres solteras, que tienen un taller de confecciones y con ellas se fue levantando.

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Mientras sus padres la ayudaban a atender el local en Buenos Aires, Cristina trabajaba los pedidos con este grupo de mujeres en el taller y así fue saliendo a flote el emprendimiento, al punto de conseguir exponer sus productos en un importante almacén de cadena.

Hoy en día su emprendimiento está creciendo y ella trabaja con mucho entusiasmo, principalmente por su hijo: “Yo estoy feliz, a veces no hay la suficiente cartera, pero madrugo feliz, vengo los domingos feliz y si me tengo que quedar hasta las 8 soy feliz, porque encontré, después de tantos años, lo que realmente me hace feliz”, concluyó Cristina.