“Aprendí a hablar en mayúsculas para defender a los recicladores”

Al sector llegó sin proponérselo, en realidad no era parte de su plan de vida, pero hoy agradece la suerte que el destino le otorgó. […]

Doris con la condecoración entregada por la Cámara de Representantes. /FOTO: Cortesía Asemar

Al sector llegó sin proponérselo, en realidad no era parte de su plan de vida, pero hoy agradece la suerte que el destino le otorgó. Administraba un almacén de electrodomésticos en el municipio de Caldas, y su esposo, Julio César, laboraba en la industria de las confecciones. Pero ambos se quedaron sin trabajo y tuvieron que buscar la forma de superar el mal momento.

Ella había estudiado una técnica en Administración de Empresas y Contabilidad, él en Ingeniería Industrial. Doris (57 años, nacida en Puerto Berrío) consiguió trabajo en otra empresa -que luego entró en quiebra– y Julio en un negocio de chatarrería, donde la experiencia les dio la idea de crear su propio almacén de este tipo. Hipotecaron la casa y le dieron forma a ese proyecto.

De esta forma llegó Doris al reciclaje, más con la intención de resolver una necesidad económica que por una convicción inicial, pero estableciendo una conexión inmediata con quienes hacían parte de la industria, en especial con los recicladores, a quienes les cogió tal cariño que quiso hacer algo más por ellos y por sus derechos.y

En ese camino tuvo la fortuna de conocer a Rodrigo Milán Cárdenas, quien era el director ejecutivo de Cornaranjal, una agremiación de comerciantes de esta zona del occidente de Medellín. Ambos, con la compañía de Antonio María López (ya fallecido), crearon en 2000 la Asociación de Empresarios del Material Recuperado (Asemar), fruto de su inquietud por resolver algunas necesidades que surgieron para los recicladores y las chatarrerías cuando se conoció el Plan Parcial de Naranjal, el cual, dice, “no los tenía en cuenta”.

Doris fungía al inicio como la vicepresidenta, y la asociación era liderada por Antonio, pero este asumió luego un cargo como edil de la comuna 11, por lo cual ella pasó a ser la representante legal de la entidad que agrupaba a once chatarrerías de la zona y unos 800 recicladores, posición que hoy sigue ocupando.

Su objetivo es defender el derecho al trabajo de estas personas, pero además dignificar su calidad de vida, brindándoles las garantías de vinculación y que puedan tener unos ingresos acordes con la importancia social y ambiental que su labor tiene para la separación de los residuos sólidos y evitar que estos lleguen a los rellenos sanitarios.

Su liderazgo fue clave para que el sector se organizara y que los recicladores estuvieran vinculados a unidades productivas en las cuales entregan su material y reciben beneficios económicos y sociales con su aporte.

¿Qué es lo más difícil de su labor?

Uno de los obstáculos más difíciles de superar que encontró cuando inició labores en el reciclaje fue su condición como mujer, pero fue más grande el amor que ella llevaba en su corazón, y que le permitió confirmarse como una líder social y ambiental reconocida por los mismos chatarreros y recicladores.

“El liderazgo de mujer tiene ventajas sobre cualquier otro, porque el amor que tenemos es la fortaleza suficiente y el motor de vida para poder sacar estas causas adelante”, comenta.

Ese amor lo heredó de su madre Sonia Baena de Gil, a quien describe como una persona altruista que siempre quiso estar al servicio de los demás. De ella aprendió que debía “hablar en letras mayúsculas para defender los derechos de estas personas que son muy vulnerables”.

Con los recicladores tuvo empatía desde que trabajaba en el negocio familiar junto a su esposo, ya que ella les compraba los residuos sólidos. Allí conoció más a profundidad sus necesidades, de sus sueños y sus metas, y se propuso luchar para que los pudieran satisfacer y cumplir.

El 15 de marzo, la Cámara de Representantes le otorgó a Asemar la condecoración Orden de la Democracia Simón Bolívar grado Cruz Comendador, un reconocimiento a la labor social y ambiental que ha desarrollado en dos décadas de servicio para la sociedad, y para Doris una exaltación a un rol que la llena de satisfacción por ver cómo su trabajo se refleja en el bienestar de otros que lo necesitan.

Sus aprendizajes

“Nunca rendirse. Nunca. Amo profundamente a los recicladores de oficio, amo su resiliencia, su lucha, el amor y el orgullo por lo que hacen. Siempre le decimos sí al no, aunque ese ‘no’ esté en mayúsculas”.

Sus consejos

“Hay que amar lo que uno hace, de lo contrario no se encuentra la felicidad. Cuando uno sirve al otro, es feliz, así haya dificultades en el día a día. Eso lo aprendí de los recicladores, ellos siempre miran el futuro con optimismo”.

Sebastián Aguirre Eastman.