No desampara a los habitantes de calle del Centro
La Madrecita, María Elsy Amparo Suárez, recorre las calles repartiendo comida, cortes de pelo y amor.
A María Elsy Amparo Suárez la conocen por todo Niquitao, unos le dicen Doña Elsy y otros simplemente la Negra, pero los habitantes de calle, ‘sus niños’ como ella los llama, la bautizaron hace muchos años como La Madrecita.
Le puede interesar: ¡De admirar! El Profe Montoya se graduó como Licenciado en Educación Física, Recreación y Deporte
Esta mujer de 54 años, lleva más de 20 tendiéndole la mano a esta población ignorada por el Estado y la misma sociedad. Cada mañana se levanta, empaca un bolso con gasas, Isodine, elementos de barbería y comida, y se va a recorrer a pie las calles del sector y otros lugares como la Veracruz y el Parque del Periodista, buscando a los hombres y mujeres que la necesitan.
Pero María Elsy no siempre fue La Madrecita. Su vida estuvo marcada por la pobreza y los abusos de su familia y sus parejas, pero como ella misma cuenta, era una persona prepotente, que consideraba que los habitantes de calle eran “desechables que no merecían ser parte de esta sociedad”. Sin embargo, un episodio particular le dio un giro de 180 gradosa su vida.
Un día, mientras su esposo Jorge William caminaba por el Centro, sufrió un preinfarto y quedó inconsciente en plena calle. Cuando María Elsy llegó a la Clínica Soma le informaron que quienes habían auxiliado al amor de su vida fueron dos habitantes de calle.
Cuando empezó a dialogar con ellos, le contaron que era un médico y un periodista que había caído en las drogas. Ahí, a La Madrecita se le prendió el bombillo.
Así empezó su travesía
Comenzó a buscarlos para ofrecerles comida, y sobre todo, una mano amiga. Además, como había estudiado belleza, les regalaba cortes de cabello. Poco después, la muerte de su esposo Jorge William la sumió en una profunda depresión y la dejó en la calle, pero como pudo, recobró fuerzas y retomó su labor.
Desde entonces, han pasado 20 años y María Elsy no ha parado de tocar puertas, de pedir, preguntar, denunciar. Su sueño más grande es tener su propia fundación en la que, no solo les brinde alimentación, limpieza y amor, si no que pueda ayudarlos a salir de la droga.